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jueves, 27 de octubre de 2016

TU ERES TU… O ERES ALGUIEN MÁS? COMO SABRÍAS SI TÚ SIGUES SIENDO TÚ O SI ERES ALGUIEN MÁS?

No tiene mucho sentido eso, verdad?
Ya lo tendrá.

Los inicios son difíciles, la gente siempre dice eso, quizás tengan razón, pero también hay cosas buenas en los inicios, esa cosa buena es la verdad.

Cuando visualizamos una meta, cuando deseamos lograr algo siempre, sin miedo a equivocarme, buscamos la ayuda y el favor de Dios, de la vida, de la fuerza de la naturaleza o de cualquier otro poder que se nos ocurra, y siempre lo hacemos de la misma forma, siempre y todos lo hacemos igual,… HACIENDO PROMESAS, PROMETIENDO Y PROMETIENDONOS.

Nos prometemos que haremos cosas para ganar ese supuesto favor.

Pensamos en personas y cosas que tenemos la intención misma de hacer y de lograr tanto como la intención misma de lograr lo que nos lleva a prometer esas cosas.

Cuando buscamos la ayuda y el favor de Dios o de otro poder que consideramos mayor, siempre decimos la verdad.

Lo que prometes te DEFINE, eres tu propio tu, tu parte más sincera y honesta.
Ese es el clímax de lo que eres.
Quien eres y lo que eres en ese momento de prometer es lo que define tu vida y tu alma.

No hay espacio para la mentira o el fingir porque ese momento tu alma sabes que es demasiado importante y no lo arruinaras mintiendo; es lo que más deseas, das tu vida por eso, no lo arruinaras fingiendo interés, por eso es que esas promesas son tan importantes es porque te recordaran quien eres si lo olvidas.

Es el momento más importante de tu vida, no existe nada en el mundo más real que eso, no hay nada más. Allí solo estás tú y tu sinceridad, tú y tu verdadero yo.
Están ahí aceptándose y amándose, mirando a la misma dirección, con las mismas fuerzas y el mismo objetivo.

En ese momento eres realmente como Dios, sin sombra de variación, sincero, firme y totalmente seguro de ti mismo.

Aun con lo asombroso de todo esto siempre hay una parte trágica y amarga.

Lo más trágico y doloroso de esto es que cuando logramos el deseo entonces nos olvidamos de las promesas que nos dieron vida, y con eso podemos pensar que solo le fallamos a los que protagonizan nuestras promesas, pero la verdad es más amarga que eso porque la falta mayor es a nosotros mismos porque nos olvidamos de las promesas, pero es porque primero nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestro verdadero yo, de nuestro yo real, y entonces ya no somos nosotros mismos jamás.
Este alguien nuevo siempre es más egoísta, indiferente y egocentrista. Nada que una persona deba ser.

Pasa el tiempo…
Ya no somos sinceros ni honestos, ni reales…
Entonces quienes somos?
No lo sé, pero lo que si se es que no somos nosotros mismos.

Que dolor.

Se olvidan sé si tanto tiempo que al final cuando se encuentran, aun ese final sea al momento de morir ya que ahí también somos sinceros, en ese momento encuentran una personas en el suelo con heridas de gravedad, con sed, con los labios secos, las manos entumecidas, los ojos negros y profundos por el dolor, con la boca abierta tartamudeando, pero sin hablar,…
Agonizando; y todo por tu propia culpa.
Te dejaste morir a ti mismo, no hay peor asesino.

Entonces viene el sufrimiento eterno, hasta que mueras, por no poder perdonarte a ti mismo por lo que le hiciste a tu alma y por lo que le hiciste a tus promesas y a sus protagonistas.


No es un final feliz.

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